viernes, 31 de octubre de 2008

De Palomas

Me propuse escribir las cosas como papá hacía, pero no me va a resultar fácil, ya que no se por qué causa, mi memoria nunca fue muy buena.
Y por eso mismo, para no olvidarme, es que voy a contar como llegó Palomo a mi vida, y con él, Paloma y Palomito.
Hace unos años, tenía peces en peceras, de los cuales hablaremos en otra oportunidad.
El hecho es que, una pérdida de agua, que ocasionó la inundación de comedor, cocina y adyacencias, además de la muerte del 90% de los peces, determinó que la pecera grande quedara vacía, esperando reparación...
Un día de diciembre de 2002, mi hijo Gus llamó por tel. suplicando pasara a buscar un pichón de paloma que encontró caído junto al cordón de la vereda, debajo de una palmera, mientras patinaba. No tengo tiempo para alimentarlo, me dijo...O sea, me pasó el problema a mí que laburo 10 hs. por día, amén de ser un ama de casa sobrecargada (14 gatos, 5 perros, varios pajaritos, gallinas, pollitos, gallos y un marido- no los puse por orden de importancia sino de mayor a menor, de acuerdo al trabajo que me ocasionan-)
Conociéndome, sabía que no me negaría y así fue, que a mi familia se unió ese "pájaro" que pretendía ser Paloma (un bicho sin plumas, con cuerpo en forma de huevo, unas patas flacas y largas y un enorme pico con una cabecita detrás)
Lo puse en una caja de cartón, que llegada la noche, depositaba de mi lado de la cama, para poder alimentarlo cada vez que chillaba...( cuiiiiii....cuiiiiii....) pidiendo comida.
Durante el día, marchaba con él, al laburo, a la banda, o a donde fuera, para poder meter a cada rato, por ese enorme pico chillón, una masa pegajosa de pan mojado en leche.
La "cosa" comenzó a tomar forma de paloma, le empezaron a salir plumas (unos abultados canutos negros, debajo de la piel.) Sobreviviría, pensé.
Y sobrevivió... a pesar de haber tenido algunos accidentes domésticos, por ej. Yo cerraba la caja de cartón, y ponía algo arriba, para que el pichón estuviera seguro de cualquier ataque gatuno. Una mañana, después de alimentarlo, cerré la caja cuidadosamente, y salí del cuarto, para realizar mis tareas mañaneras. Dentro del mismo, quedaron, además del "Palomo en caja", Tosito Totosuan, Flopita Flopindiu y Martín (durmiendo). Debo aclarar que Tosito y Flopita son un casal de siameses y ambos merecen un capítulo aparte.
En una de mis vueltas, entro al dormitorio y me encuentro con un Martín furioso, porque lo despertaron de su apacible sueño...las uñas de las patitas de palomito que fue sustraído de la caja, depositado sobre la espalda del susodicho, he intentaba huir sin éxito de las voraces fauces de ambos gatos.
Evaluación de daños: Palomito, rengo y un poco aplastado, Martín, con un humor de perros, protestando y gritando: solo a vos se te ocurre dejar ese bicho en el cuarto!!! sacálo de acá etcetc....... porque le arranco la cabeza, t…... de m...la p. que los parió, a estos bichos de m...y todas esas cosas dulces y lindas que me dice Martín cuando lo despertamos sin querer, no importa la hora.
En fin, palomito sobrevivió a los colmillos de los gatos y yo a las puteadas de Martín continuando con nuestras vapuleadas vidas.
Cuando ya estuvo más grandecito, cambié la caja pequeña por una un poco mayor y le adapté, formando una especie de techo enrejado, una de las rejillas del ventilador de pié. Atada con alambres, quedaba móvil y podía levantarla y bajarla .Palomito se mudó, con su nueva caja, para el "estudio" de Martín. Sobre la mesa redonda de cármica.
Allí tuvo su segundo accidente doméstico que no puedo relatar, ( no estaba presente) . Consultando telefónicamente a quien fue el causante del mismo, dijo no acordarse" y si seguís hablando de palomas te corto, no rompas los huevos"-bueno, ta, un besito...chau - le contesté y colgué.
Creo que Martín quiso que Palomito y Totito fueran amigos.
Conclusión: casi rotura de pata, y varios daños colaterales.
Tuve que pensar en otro lugar para él. Un sitio inaccesible y ...lo puse en la pecera.
Palomo progresó; comenzó a comer solo; sus plumas grises se pusieron tornasoladas en el cuello y punta de las alas y aprendió a bailar.
Practicaba todos los días con un tachito de plástico, donde yo le ponía sorgo y del cual se enamoró perdidamente. Le arrastraba el ala y giraba a su alrededor, cantando..CUTUCUTUCUTUUUUU !!!!CUTUCUTUCUTUCUTUUUUU!!! y lo picoteaba, paseándolo por toda la pecera.
Seguía renguito, pero comenzamos igual las primeras lecciones de vuelo.
Asegurándome bien de que no pudieran entrar gatos al estudio, comencé a soltarlo mientras me sentaba un ratito en la computadora. Al principio con timidez, luego más confianzudamente, emprendió sus primeros vuelos. De la pecera hacia la computadora; un pequeño envión y se posaba en el monitor; un viaje más atrevido ,e iba a parar sobre el ropero; tras una caminata sobre el cajón de la cortina , otra vez, de un saltito a la pecera y de ahí de un tirón aterrizaba sobre mi cabeza, donde un día descubrí, quería hacer nido...
Todas esas expediciones aéreas, dejaban el correspondiente rastro de caca (sobre muebles, computadora, teclado, sillas, mesa, piso y todo lugar accesible del estudio de Martín), ocasionando, como es obvio, un mar de puteadas hacia mí y hacia Palomo, cada vez que encontraba por aquí y por allá, sus "huellas digitales”.
Después de serios disturbios familiares y temiendo que la cabecita de Palomo rodara por los pisos algún día, resolví liberarlo. Lugar elegido: Parque Lecoq, previo reconocimiento del lugar, el fin de semana anterior, cuando soltamos la tortuga (hecho que contaré en otro capítulo)
Y allá fuimos: Martín, Mamá, Palomo y yo que muy triste pero decidida, le daría la libertad.
Llegamos, dimos unas vueltas, como haciendo tiempo y elegí el sitio. Un potrero vacío donde picoteaban otras palomas, la bosta del piso.
Saqué a Palomo de la caja y bajamos del auto con mamá, yendo hacia un cerco de troncos que delimitaba el corral. Me recosté en los palos, con Palomo entre las manos, lo besé mientras se me caían las lágrimas y sin querer pensar en su futuro lo tiré hacia arriba y adelante. Voló... pero no hacia las palomas que andaban por ahí. Dio un largo giro estilo boomerang y se posó en mi brazo, temblando. Lo acaricié, para darle confianza y lo tiré hacia arriba otra vez con la misma consecuencia. Un breve vuelo y aterrizaje otra vez en mi pecho. Palomo no quería irse de mi lado, prefería la pecera con su olor húmedo, el encierro del estudio, a esa nueva vida libre, a los árboles, al pastito verde, a todas esas lindas palomitas que podrían ser sus futuras novias, al aroma del campo. Palomo tuvo miedo y no se quiso quedar. Tres o cuatro veces lo impulsé hacia el cielo azul y todas ellas vino a acurrucarse entre mis brazos, temblado. Y Palomo volvió conmigo, por propia voluntad.
Volvió a bailarle y cantarle al tachito de plástico con más fervor que nunca, y a acomodar los pelos de mi coronilla en forma de nido.
Hasta que Martín espetó- ese palomo está alzado, a ver qué carajo vas a hacer ahora con ese bicho que no para de hacer ruido, y es tan tarado que se cree que el tacho es una paloma y le está dando pa que tenga-
Por esas fechas, cayeron unos pichones de paloma de la palmera del jardín, pero estaban apestados y se murieron, haciendo infructuosos los intentos de conseguirle novia por ese lado.
Pero Diosito me ayudó, como siempre, y volviendo un sábado a la oficina, luego de dejar a Susana, mi jefa, en la casa, oh casualidad...revoloteando en la calle vi una paloma herida. Estacioné como pude y me tiré del auto a agarrarla.
Fui luego a buscar a mamá y previa pasada por lo de Pablo, llegamos a casa con la Sra.Paloma, ya bastante recuperada.
La pusimos en la pecera con Palomo, que luego de una breve danza, unos cantitos, y una acomodada de plumas, comenzó sin más a cagarla a picotones y a arrancarle plumas.
La va a matar, dijo mamá. Sacala de ahí, dijo Martín. Será macho, pensé yo.
Pero no pasó nada, o mejor dicho, si pasó. Pasó que se enamoraron, y Palomo se olvidó del tachito y comenzó a bailarle a su flamante novia y a hacerle tucucucutuuu y a darle comidita en la boca.
A las pocas semanas comenzaron a hacer el nido, un poco con las plumas arrancadas de la paloma, otro poco con pastito seco que les puso Martín.
Después, para que tuvieran algo de privacidad detrás de los vidrios, confeccioné con madera y cola vinílica, algo así como una casita con balcón, donde se metían con asiduidad, trasladando hacia allí plumas y pastos.
Y Paloma puso 2 huevos.
Y nacieron dos palomitos y se murieron...
Siguió la danza de Palomo ante el fracasado intento de agrandar la familia.
Nacieron 2 palomitos más que también se murieron...
Saqué la casita de madera. No quería ver como seguían muriendo palomitos. Tal vez el lugar, poco adecuado o la inexperiencia de Palomo como padre, eran los culpables de la muerte de los pichones.
Ultima vez, último intento, pensé cuando vi 2 huevitos nuevos debajo de Paloma echada en un rincón. Si se mueren éstos, suelto a Palomo y a Paloma y que vayan a tener sus hijos por ahí.
De los dos huevitos, uno rompió el cascarón. Y les cambié la ración. En vez de sorgo, comencé a darles también de engorde y pan rallado.
El Palomito no salía de su escondite. A veces se le veía el culito, o su picuda cabecita por entre las plumas maternas. Pero Paloma un día se levantó y ahí estaba, un verdadero asco, estirando el pescuezo y emitiendo los mismos cuiiiiii, cuiiiii imperiosos de su padre, cuando recién llego a casa. Pedía comida y allá iban, papá y mamá palomos a atender sus necesidades.
Creció, se emplumó y empezó a dar sus primeros pasos inestables. Luego comenzó a estirar sus proyectos de alas y a buscar comida, solo...
Un día comenzó a abanicar sus alas y ese mismo día realizó su primera excursión por el estudio de Martín. Caminó por el piso, dejando sus cacas, revoloteó y volvió a la pecera, cansado.
Se puso grande, gris, esbelto. Volaba espectacularmente a la par de sus padres, cuando los soltaba un rato en la pieza.
Y llegó la hora tan temida de la despedida.
Una despedida que había ido postergando, inventando excusas, porque no quería perderlos.
Especialmente a Palomo, mi Palomo, que me besaba con su pico; que a pesar de tener mujer e hijo, aún seguía posándose en mi cabeza cuando me sentaba en la compu; que me recibía con sus tucutucucucuuu cuando llegaba del trabajo; que se subía a mi mano cuando le cambiaba el agua, por las mañanas, pidiendo que lo sacara un rato de la pecera. A mi Palomo, no quería perderlo, no quería volver a vivir la pesadilla de tirarlo hacia el cielo azul, y que pegara la vuelta, y se apretara
contra mí temblando. No quería!!!
Pero no hubo más remedio, no quedaba otra. Tenía que iniciar su vida de Palomo libre, con su familia, aunque me partiera el alma. Porque no podía seguir privándolo del sol, de los árboles, de la brisa, del perfume de las flores. Y hubo que conformar al egoísmo, tuve que conformarme y rezar para que le fuera bien en ese nuevo mundo, donde no estaría yo para protegerlo.
Y otra vez, el viajecito a parque Lecoq, hablando boludeces para no pensar.
Llegamos. Sin querer hacerlo pero decidida abrí la caja. Paloma y Palomito pegaron dos saltitos y caminaron por el pasto. Palomo me miraba y los miraba. Paso un auto… Paloma se puso nerviosa, revoloteo y se poso otra vez un poquito más lejos. Palomo se animo y de un volidito se poso en la puerta del auto, que permanecía abierta. Estática, lo mire y supe que se iría, no me quería ni mover para no asustarlo, pero paso otro auto…. Paloma voló esta vez hacia el cielo azul .Palomito la siguió sin dudar. Palomo la miro y se fue…la siguió raudamente, fue detrás de su familia sin vacilar siquiera. Lo miré hasta que no era más que un puntito que seguía a dos puntitos rumbo a un bosque de eucaliptos…
Y me despedí….
Chau Palomo, nunca voy a olvidarte...
Chau Paloma y Palomito, sé que no me querían como él, que son mas chúcaros, más normales, que van a defenderse mejor del peligro que significan los humanos extraños y los animales extraños. Solo les pido que lo cuiden, que no lo dejen solo, no lo dejen solo......