viernes, 31 de octubre de 2008

De Aguinaldos Y Huevos

Montevideo 29 de junio de 2005(esperando el aguinaldo)
Hace tiempo que no nos sentamos vos y yo, yo y vos, a conversar un rato como en las viejas épocas. Es que aunque a veces sobra el tiempo, siempre falta cuando se trata de hacer lo que uno quiere.
Vamos postergando esas necesidades que de urgentes pasan a ser tareas pendientes, y después como sin querer, van quedando olvidadas en la nebulosa del pasado.
Si... se me fue olvidando lo lindo que era sentirle el gustito a esta charla que va y viene entre mis dedos y tus teclas, mi querido Biutiful y lo fácil que es contarte cosas cuando los pensamientos pasan a ser tuyos antes de ser del todo míos, aún sin terminar de formarse, en un fluido permanente de ideas, que de a poco van entibiando tus frías teclas de plástico.
Y es solo contigo, mi querido confidente, que estas cosas me pasan, es cuando estás frente a mí, que mi mente se expande, y encuentro las palabras.
Por eso, de pronto te recuerdo y vuelvo a buscarte.
A pesar de tan largo abandono, se que no hay resentimiento de tu parte, amigo incondicional que todo lo perdona, Biuti.
Pasaron muchas cosas desde que no charlamos, entre ellas un cambio de gobierno. El pueblo uruguayo cambió a Batlle por Vázquez, médico oncólogo, justito lo que necesitábamos para sanar este cáncer de país. Pero a pesar de tan radical cambio, mi vida no a variado nada y sigo sentada en el mismo escritorio, cobrando el mismo sueldo, y con el mismo sombrero australiano en la cabeza.
Frente a mi, tengo la misma ventana, con los vidrios sucios, como siempre, la calle Mercedes, y un local de Cti móvil, en la acera de enfrente (donde antes estuvo el taller de reparación de calzados, después el puesto de verduras de Andrés, luego la agencia de viajes y más tarde el cyber café. Todos se fundieron rápidamente menos el taller, que superó las primeras crisis hasta que tiró la chancleta con el gobierno de Lacalle. El cti sigue el mismo raudo camino a la quiebra, no entra nadie a tal local a parte del dueño, así que dentro de poco volveré a ver el viejo cartel de se alquila colgado de la cortina metálica.
Mi vida no ha cambiado, querido Biuti, ni para bien ni para mal.
Sigo en la misma estática rutina de siempre, mirando como transitan por la vereda, los mismos vecinos, cada vez más viejos.
Como yo no me miro al espejo me creo la de antes, pero también estoy viejita, tengo que ponerte en 14 y negrita para poder leer lo que te digo y no usar los lentes. Es que se cansa el cuerpo, el chasis no aguanta tanto palo, pero eso es lo de menos. Lo peligroso es que se te canse la cocorota, que se te piante la lucidez cerebral, que te pongas gagá y te cuelgue la baba por el costado de la boca. Eso está jodido, Biuti, que te mire y no sepa que carajo decirte. Que mire un árbol y vea un árbol sin distinguir cada hojita que se mueve, el pajarito que gorjea en el nido mimando a sus pichones, la oruguita que se come un brote, y el cielo azul más allá, asomando su pureza entre las ramas.
Cuando mire un árbol y vea un árbol, estaré frita, cuando te mire a vos y vea un teclado de computadora y no a mi amigo del alma...es porque me ganaron, me dieron vuelta la croqueta, me pudieron, Biuti. Espero que nunca me entren así en la cabeza, y para no abrir la puerta, para no permitir que me invadan, lucho día a día, con fiereza animal.
Con uñas y dientes.
No quiero que transformen mi cerebro en gelatina babosa.
Viscosa materia inerte...
Montevideo, 4 de julio de 05 con gripe apestosa
Estaba muy inspirada el 29 del mes pasado, cosa que no me sucede hoy, a pesar de que la paz abunda. Es que tengo mocos y tos, y dolor general en todo mi maldito cuerpo, y esto me desconcentra. Lo único que quiero es dormir pero para variar no puedo, porque es lunes y estoy en el laburo a pesar de la fiebre.
Como novedad, charannnn!!!!!!! robaron al CTI, según parece durante la noche , los amigos de lo ajeno levantaron la cortina metálica y se llevaron todo lo que había adentro, supuestamente, computadoras y teléfonos celulares muy costosos. Obviamente estaba asegurado, o sea que perdida ninguna, más bien creo que todo ganancia.
Montevideo, 7 de julio de 05
Bah... estaba releyendo lo anteriormente escrito y me di cuenta de que, oh casualidad, días atrás te comentaba que no entraba nadie al local de Cti móvil, telefonía celular. Pero si entraron...los chorros por la noche...
Según Marcelo, van a ir todos en cana por joder al seguro, cosa probable. Hoy estaba la policía de nuevo, se ve que tomando algunos datos... o investigando la joda, vaya uno a saber.
Ya nos enteraremos más adelante, porque en este barrio, sin duda todos sabemos todo de todos. Es así.
Pero volvamos a lo nuestro. Para comenzar esta nueva mañana de jueves, nada mejor que desearte buen día. Para mi no tan bueno, porque sigo, mocosa y catarrienta. Además hoy es jueves, día de banda pero estoy acá en A….., a pedido de Su que a estas horas estará despatarrada tomando sol en alguna playa de Buzios.
Es una linda mañana, soleada, aunque la temperatura es de 4 grados y el frío te congela los tuétanos.
Para contar tengo poco...mi cabecita está aletargada y mi inspiración también, aparte de que mi tristeza está en grado nueve tendiendo a ascender. Se me perdió Gallito Viejo. El primer dueño del fondo, el primer rey del gallinero, que se fue poniendo anciano hasta que terminaron por destituirlo y jubilarlo.
Tal vez te cuente como empezó la historia de la familia gallinácea y el porqué de la existencia de la misma.
Veamos... Hacía poco tiempo que Martín vivía conmigo, ya teníamos algún gato, creo, y algunos pajaritos.
Un domingo de feria, cuando ya se había ido casi todo el mundo, salí al jardín y al pie de la palmera, entre las plantas, vi moverse algo blanco. Un gatito, pensé, y corrí a atraparlo. El gato resultó ser una pollita blanca como la nieve. La agarré sin problemas, y fui corriendo a mostrarle a Martín (que dormía plácidamente a pesar de que ya eran más de las cuatro de la tarde) mi preciado hallazgo. La pollita era muy mansita. Podríamos decir que en poco tiempo se transformó en una gallinita faldera que comenzó a poner huevitos, y de esa forma se ganó el derecho de solicitar un marido. Me lo dijo un domingo, en la mañana, cocorococó, cocorococó, y allá fui yo a recorrer la feria, en busca de un esposo de su talla. Y lo conseguí. Un altanero gallito colorado, chiquito pero perfecto, con unas enormes plumas azuladas en su cola y en la punta de sus alas y una gallarda y vigorosa cresta roja. Cuanto?...Tanto... y me lo traje a casa deseando fuera del agrado de la señorita novia. Fue amor a primera vista... Coco va y coco viene, luego de unas danzas acrobáticas y algunas agachadas de ala, se consumó el matrimonio y a las pocas semanas la gallinita quedó embarazada. Je! no soy tonta, embarazada es un decir, supongo que sabrás el procedimiento. Primero puso muchos huevitos y luego se acostó encima a empollar. El Gallito y nosotros, con tremenda ansiedad, esperamos y esperamos. Nada... No pasaba nada, ni un bebé pollito aparecía debajo de las plumas de mama gallinita. Al punto de la desesperación papá gallito daba vueltas y vueltas, cocó, cocó, frente al nido. La pobre madre desfallecía luego de más de tres semanas sin comer ni tomar agua, con las patas y las alas entumecidas de permanecer en la misma postura. Tanto sacrificio para nada.... No soporté más verlos tan tristes y decepcionados y compré doce pollitas bebé ponedoras en la agropecuaria de Basso. Esa misma noche, llegó la cigüeña. Fuimos sigilosamente con Martín y le pusimos los pollitos. La alegría se reflejó en la mirada de ambos, y en las plumas, y en los picos. Eran papás al fin. Cocó, cocó, se inflaba la gallina y quedaba esponjosa, para abrigar a sus bebes amarillitos, que pío pío asumieron a esa mamá blanca como propia sin rechistar siquiera. No hubieron reclamos ni pruebas de ADN ni nada. Gallito y gallinita criaron y protegieron a sus bebés, que crecieron rápidamente. Y se fueron poniendo grandes, y eran todas hembras, que casualidad. Y todas coloradas, que coincidencia. Y muy pronto superaron ampliamente el tamaño de sus padres transformándose en gigantescas gallinas, que raro. Pero a pesar de todas esas anomalías genéticas, que supongo, los padres le achacaron al gen hereditario, tal vez, de algún bisabuelo gordo, la familia estaba unida y eran felices comiendo maíces. Eran felices a pesar de que Gallito no era monógamo. Gallinita blanca se resignó a compartir a su marido, con las hijas de ambos. Que esto pudo haber sido mal mirado es cierto, por aquello del incesto, pero sabíamos que aquellas gordotas pechugonas, en realidad, no eran hijas de sangre, sino adoptivas, así que en dicha unión no había pecado. Además, si lo vemos por otro lado, Adán, Eva y su descendencia se procrearon de igual forma, solo que la que no era monógama era Evita, la pícara.
La familia gallinácea estaba establecida, tenía sus normas de convivencia, y salvo alguna rencilla entre mujeres, no se armaban grandes bardos. Todas ponían sus huevos, que yo retiraba concienzudamente, Gallito las tenía a todas conformes y los días pasaban sin mayores contratiempos. Cierta noche, Martín desvelado como siempre, escuchó cantar a Gallito en el jardín. Se escapó, dedujo, y salió afuera a buscarlo. Lo vio, aleteando y cantando sobre el muro que separa nuestra casa de la avenida Belloni. Con cautela, para no espantarlo, se acercó. Cuando casi lo tenía entre sus manos, el gallo voló hacia la calle y emprendió la huida por el cantero central de la avenida, rumbo a Saravia. Martín corrió detrás, sin detenerse a pensar que estaba en calzoncillos y descalzo. Lo persiguió casi dos cuadras, como un loco desesperado, pensando en como sufriría yo la falta del gallito, si es que no lograba atraparlo. Por fin y después de ardua lucha, lo agarró, y lo puso en el gallinero junto a sus señoras.
A la mañana siguiente, me contó orgulloso como había impedido que gallito se fuera, me describió con pelos y señales su valerosa hazaña. Yo agradecida hasta el infinito, alabé su arrojo y su valentía. Había andado descalzo y en bolas por Piedras Blancas, para que yo no me pusiera triste por Gallito. Fui entonces al gallinero a rezongar al bandido huidizo y oh sorpresa!!!!! Había dos, si...!!!! Dos. Mi Gallito, y otro más. Idéntico pero enorme, terrible cacho de gallo gigantesco, la réplica aumentada de mi pequeñín. Martín había cazado otro gallo, confundiéndolo con el mío, y decidimos que se quedara con nosotros.
De ahí en más se llamó Gordo, y a pesar de ser el más fornido, se las tuvo que ver con el dueño del aren, que no lo dejaba ni arrimar a sus esposas. Gallito no permitía que nadie le arrebatara su reino. El mandaba, y solo algún descuido del monarca permitía a Gordo cortejar a alguna de las doncellas.
Ya no era tan pacífica la vida en el gallinero, pero de todas formas se las ingeniaban para convivir.
Con el pasar del tiempo, algunos accidentes trágicos cegaron la vida de casi todas las gallinas. Una murió ahogada en la piscina, otra enfermó hasta fallecer por haber comido espuma plast, varias murieron comidas por la perra famélica del vecino, otra se enganchó una pata, y estuvo colgando de la misma toda la noche. Cuando la encontré, la pata estaba casi separada del resto del cuerpo. Se había quebrado y sangraba por unos cortes que mostraban el hueso. Mierda, pensé, se muere. Pero no se murió, aunque quedó renga para el resto de su gallinácea vida. Dicho sea de paso, es la única sobreviviente de las pollitas adoptadas. Renga, chueca y tuerta de un ojo sobrevivió a su mamá blanquita, que un día encontré hecha un revoltijo de plumas embarradas, dura y fría, en un rincón del gallinero.
Durante un tiempo, vivieron Blanquita, Renguita, Gallito y Gordo en dulce armonía. De toda la prole, solo quedaron ellos. Los Gallos se soportaban mutuamente, no se tenían estima, pero compartían el fondo.
Además de esquivar a la perra de la vecina, se hicieron ágiles esquivadores de las pedradas de Martín. Tingo no soporta el canto de los gallos. En los comienzos, Gallito era el único vapuleado, abría el pico y zaz, una piedra le zumbaba. Cuando Gallito empezó a envejecer y su canto comenzó a apagarse, el que comenzó a ligar fue Gordo. Tanto se ensañó con Gordo, que terminé regalándolo de tanta pena que me daba verlo corriendo de acá para allá por el fondo del terreno mientras Martín lo utilizaba de tiro al blanco con certera puntería.
Si, mi querido Biuti, regalé a Gordo, pero para ese entonces, la familia había crecido. No se si para bien o para mal. El dueño de la perra muerta de hambre nos ofreció dos gallinitas canaritas de una pariente, que quería deshacerse de ellas y como ni yo ni Tingo sabemos decir que no, allá fuimos a buscarlas. Eran requete chúcaras, y ni bien las soltamos, corrieron a esconderse en el cañaveral. Una era toda negrita y la otra pintadita de negro y blanco. Gordo, que siempre andaba escondido entre las cañas enamoró a las dos inmediatamente. La pintadita se puso clueca y le dejé tres huevos, a ver que pasaba, uno de los huevos era de la renguita. La negra desapareció y pensé que había muerto. En realidad, estaba empollando 11 huevos, debajo de unos rastrojos que habían quedado amontonados luego de una limpieza del terreno. Mientras tanto, Manchadita fue mamá de 3 polluelos, uno de los cuales salvé de la muerte, entibiándolo en mi pescuezo por las noches durante una semana. Se transformó con el tiempo en un gigantesco gallo de color blanco. Negrita hizo su reaparición, veintipico de días después, con sus once hijitos. Nunca quiso arrimarse a la casa y esa fue su perdición. En un descuido, se la comió la perra del vecino y quedaron los pollitos huérfanos. Grandes fueron las peripecias que pasamos para poder atraparlos, pero al fin lo logramos y salvamos a todos.
Hoy la familia está compuesta por diez gallinas, entre ellas Renguita que se las arregla para seguir viviendo, dos gallitos canaritos, 3 gallos colorados de buen tamaño, el gallo blanco y Gallito viejo, que jubilado, soporta ahora el azote de los más jóvenes y nuevamente las pedradas de Martín. El domingo pasado acobardado de tanto castigo, escapó para la casa de un vecino y logré que volviera. Antes de ayer, no logré encontrarlo, tampoco ayer lo vi, ni lo escuche cantar. Hoy seguía desaparecido y lo extraño mucho. No se si volverá o si habrá muerto. Pobre Gallito Viejo, inspiración del último tema de salsa que compusimos con Tingo y cuya letra escribí pensando que se moría. Como no se murió esa vez, por cabala nunca terminé el tema y al final un virus maldito lo desapareció de la computadora junto con todos mis otros temas, pero eso ya es otra historia...

Viernes 8 de 05 (mejor de la gripe y muuuuchoooo mejor de ánimo)

Ola mi querido Biutiful, resulta que estoy feliz, muy feliz, pero podría estar mucho más feliz si hoy no fuera el último día que me queda para charlar contigo libremente. Si, se nos termina hoy, porque mañana seguramente no podremos disfrutar del encuentro y la semana que viene, probablemente se ponga mucho más difícil
De todas maneras, y a pesar de estar consciente de nuestra próxima separación, estoy contenta.... CONTENTA Siiiiiii !!!!.Muy very happy.
Te paso a explicar, amigo mío, a que se debe este abrupto cambio de ánimo. Ayer la tristeza me abrumaba, es cierto, y creía no poder soportar la pena si comprobaba la muerte de Gallito Viejo. Pero me complazco en contarte que no se murió, está bien vivo, aunque un poco desplumado, el pobre. Como lo último que se pierde es la esperanza, hoy de madrugada, me fui a recorrer el fondo, como los días anteriores, y lo vi, estaba allí, debajo de los cartuchos, hambriento pero contento de verme. Se desperezó, como se desperezan los gallos (estiró una pata y el ala de ese lado) me miró con un ojo, y rumbeó p´al gallinero, cócócó. Que suerte que no te moriste, viejito, pensé. Y me volvió el alma al cuerpo. Cuando me acerqué al gallinero, mayor fue mi sorpresa... Las dos gallinas que estaban cluecas en el mismo nido, habían salido a comer y entre ellas piaba un pollito negro desesperadamente.
Verifiqué el nido y solo había un huevo sin nacer, eran cuatro en total. No encontré más pollitos, no se donde estarían los otros dos que supuestamente rompieron el cascarón. Cuando me aproximé al bebé, las dos gallinas me picotearon defendiéndolo .Creo que ambas se sienten mamás del mismo polluelo, va a estar muy bien cuidado.
Je je, esta mañana se me escapó una sonrisa, Biuti, y un suspiro. Hoy mis correrías matinales no me cansaron tanto.
Pero no quiero cansarte con tanta historia gallinácea, porque si sigo así en cualquier momento vas a confundirme con National Geográfic.
Mejor volvemos a donde quedamos ayer... La historia de mis canciones, el disco duro y el virus que se comió mis cosas.